Trato inhumano a migrantes es moneda de cambio de Trump para que le aprueben el muro

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Las deportaciones han existido siempre, lo que se ha recrudecido es el tato inhumano, consideran académicos

El trato inhumano a migrantes es la moneda de cambio de Donald Tump para presionar al Congreso de Estados Unidos a que le apruebe el muro y al gobierno mexicano para que ceda en el Tratado de Libre Comercio, consideraron los doctores Enrique Martínez Curiel y Angélica Navarro Ochoa, especialistas del Centro Universitario de los Valles (CUValles), de la Universidad de Guadalajara.

Ambos señalaron que aunque Barack Obama sigue siendo “el deportador en jefe”, con 2.9 millones de mexicanos expulsados en su administración, con Donald Trump las formas cambiaron de tal magnitud, que la xenofobia verbal pasó a los hechos de una forma cruel, con el objetivo de presionar.

“Él tiene un propósito. Yo lo veo como una manera de presionar al Congreso estadounidense, para que aprueben su política y le den el dinero que requiere. Y el dirá: no me quieres dar para construir el muro, pues hago esto: separar niños de sus familias. Es una presión al Senado y al Gobierno mexicano y  también la presión tiene que ver con el Tratado de Libre Comercio”, agregó Navarro Ochoa, coordinadora de la Maestría en Estudios Socioterritoriales del CUValles.

El investigador Enrique Martínez Curiel, coincidió en que los migrantes son los chivos expiatorios de un sector de la sociedad norteamericana, pues aunque existen pobladores que piensan distinto a Donald Trump, en el interior del país simpatizan con sus políticas xenófobas.

“Pero hay un voto blanco rural de un estrato social más bajo, que se  vieron atraídos en la figura de Donald Trump y lo hicieron ganar. Y estos blancos son los que están respondiendo y cuando el jefe máximo les dice, vamos a poner el muro, ellos son felices, creyendo que se va a parar la inmigración mexicana para evitar que los infeste”, dijo Martínez Curiel.

Martínez Curiel afirmó que las deportaciones masivas no son un fenómeno nuevo. No obstante, se han ido adaptando con formas cada vez más intimidatorias o crueles.  Primero los echaban a la frontera, luego les tomaban huellas y fotografías para intimidar. Ahora separan a las familias y a los niños los encierran.

“Esto no es no es nuevo, en cuanto a las prácticas, lo que es nuevo es este desprecio y cómo se trata al inmigrante dígase latino, mexicano o centroamericano”.

Los especialistas cuestionaron que no existen programas efectivos para apoyar a los repatriados y ofrecerles oportunidades de empleo. Incluso, estudiantes de la maestría en Estudios Socioterritoriales han documentado lo que sufren los niños y los adultos que son deportados.

“Niños de padres deportados, en Ameca, Jalisco, según la tesis de maestría de Magdalena Luna, al ser integrados a las escuelas mexicanas fueron tratados como cualquier otro niño. Sus problemáticas fueron ignoradas. Sus problemas de adaptación al toparse a un modelo que enseñaba con un modelo diferente y no entendían, venían hablando inglés y no comprendían. La escuela no hizo nada. Solo sus compañeritos los apoyaron”, explicó Navarro Ochoa.

 

Texto y foto: CGCS